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“Se llevó las manos a la cabeza y con una mirada profunda y un rostro desencajado me dijo….
La verdad es que estoy que exploto y casi quisiera matarlo si pudiera. Mi enojo es increíblemente grande y luego de explotar, tengo que ir a pedirle perdón a Dios,
porque sé que no me debo enojar”.
Le dije: ¿Y por qué no te debes enojar?
Me miró como si hubiese dicho una mala palabra y me dijo con energía:“Pastor, Porque es pecado y Di... Leer más!
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